Texto y fotografías: Bernardo Torres

Chilpancingo, Guerrero.- Los víveres escasean y lo poco que se vende en las tiendas está sobrevaluado, a más de un mes que el poblado de La Esperanza, en la Sierra del Municipio de Chilpancingo se encuentra incomunicado, luego de un deslave carretero que provocó la Tormenta Tropical «Narda», desde el 30 de septiembre pasado.

Desde el primer día, pusieron al tanto de la contingencia al Gobierno Municipal, encabezado por Antonio Gaspar Beltrán, el estatal, de Héctor Astudillo, por igual;  pero los llamados fueron inútiles, ninguna dependencia acudió para abrirles paso.

Es un alud de más de 100 metros que desplazó la carretera al fondo de un barranco, haciendo imposible la circulación de vehículos, y apenas si los pobladores podían pasar a pie, para satisfacer las necesidades básicas como salud y alimentación.

Este jueves, se cumplieron 38 días de que la comunidad se quedó aislada, y apenas ahora el presidente municipal envió una maquinaria que arribaría por la tarde para sumarse a las labores que ya realizaba una empresa particular que extrae madera de dicho ejido.

En la comunidad el panorama es desolador, la gente y apenas ha sobrevivido con productos que de producen ahí mismo, maíz, frijol, semilla de calabaza y algunos quelites, pues pocos pueden acudir al poblado de El Ocotito para abastecerse de víveres.

Las clases tampoco se están desarrollando al 100 por ciento, los maestros de la primaria solo subieron dos días, pero ante el riesgo de quedar varados decidieron suspender labores, y nada más permanecen en la comunidad los educadores del Conafe, para el Preescolar, Telesecundaria y Telebachillerato, la SEG y SEP obvió el llamado de los maestros.

Los enfermos han tenido que padecer varios días sin atención médica, el personal de salud también abandonó la comunidad, acudieron dos días a dar consulta y luego se retiraron, pues manifestaron que no hay condiciones para laborar.

Ese es el caso de la esposa del señor Nabor Ojeda, quien se encuentra postrada en cama desde hace varios días debido a su avanzada edad, y sin poder acudir al médico, reprochan la nula atención que han tenido las autoridades municipales y estatales con esta localidad.

Mientras seca maíz morado en la calle, la señora Celsa Castañeda, también se queja del Gobierno Municipal, «nada más cuando quería el voto aquí andaba, ahora que necesitamos ayuda no se aparece nadie», y cuando se le pregunta por el alcalde, dice que ni siquiera sabe quién es.

Se dicen decepcionados del «gobierno de la gente», pues no es posible que durante un mes ni siquiera hayan volteado a ver a La Esperanza, «nos mandaron unas despensas con frijol duro, y fue todo, pero eso no resuelve nada», dice don Luis Barrios, otro vecino de esta olvidada localidad de alrededor de 700 habitantes.

Tampoco esperan nada de los Gobiernos Estatal o Federal, los apoyos para el campo no llegaron este año, apenas y algunos bultos de fertilizante tardíos que fueron insuficientes para abonar el maíz, lo cual tendrá sus consecuencias los siguientes meses, «apenas habrá pal gasto».

Hace dos meses, dice don Nabor, les llegaron unas tarjetas, donde les depositarían un apoyo para insumos agrícolas «es la hora que las tarjetas no tienen ni un peso», y se dicen engañados por las autoridades.

La tarde de este jueves ya se podía pasar en vehículos, sin embargo el paso significa un alto riesgo, pues el terreno es inestable y el hundimiento del suelo se agudiza, creen que se deberá cambiar la ruta de la carretera, y eso podría significar varias semanas más incomunicados.

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