Texto y fotografías: Bernardo Torres

Chilpancingo, Guerrero.- Al atardecer de este miércoles, cinco de los 10 músicos asesinados el pasado 17 de enero fueron sepultados finalmente por sus familias en la localidad de Alcozacán, municipio de Chilapa de Álvarez, 12 días después del trágico episodio.

Los cinco cuerpos que aún no eran identificados por la gravedad de las quemaduras a las que fueron sometidos, arribaron a la comunidad alrededor de las 10:00 de la mañana, para que finalmente sus familiares les dieran sepultura.

En cada uno de los domicilios se llevaron a cabo ceremonias religiosas, para pedir por el descanso eterno de las víctimas, y la resignación de las viudas y huérfanos, para luego trasladarlos a la Iglesia de la comunidad, donde se ofició una misa de cuerpo presente.
Pasadas las 17:00 horas, acompañados con música de viento, decenas de personas con ramos de flores en las manos, caminaron detrás de los féretros hacia su última morada, con lágrimas, coraje y exigencia de justicia.

Tras el sepelio, el silencio total se apoderó de Alcozacán, que sigue bajo el resguardo de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores (CRAC-PF), y en guardia ante las constantes amenazas del grupo criminal «Los Ardillos», presuntos responsables de la masacre.

Bernardino Sánchez Luna, fundador de la Policía Comunitaria, reprochó que el Gobierno del Estado no ha cumplido con el 100 por ciento de los compromisos, que prioritariamente es el desmantelamiento del grupo criminal «Los Ardillos», así como la detención de los hermanos Celso y Bernardo Ortega Jiménez.

«Uno está en el gobierno y está protegido por los políticos y mientras no detengan a los que mataron a nuestros compañeros nosotros vamos a seguir preparándonos en nuestras comunidades, no solamente a los niños, sino a las mujeres, porque hay constantes amenazas», dijo.

Consideró que no es suficiente con la instalación de puntos de vigilancia en los cruceros, pues en cualquier momento el grupo armado podría irrumpir en las comunidades, y es urgente la detención de los líderes de esa organización.

Más allá de una venganza, la masacre ocurrida el pasado 17 de enero, es por la desesperación de «Los Ardillos» de no poder someter a la comunidad de Rincón de Chautla, donde originalmente surgió la Policía Comunitaria.

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