Texto: Staff
Chilpancingo, Gro. 23 febrero 2020.- La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se unió a la condena por la violencia hacia las mujeres en el país «nos duele profundamente la violencia contra la mujer, que se ha expresado en un nuevo y agresivo rostro visible ante nuestros ojos, en una forma tan cruel que genera desconcierto, dolor, amargura, tristeza, llanto, indignación, impotencia y muchos deseos de venganza» aseveraron los obispos católicos a través de un comunicado este domingo.
El comunicado es firmado por Rogelio Cabrera López arzobispo de Monterrey y presidente de la CEM; Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia y vicepresidente de la CEM; Alfonso G. Miranda Guardiola, obispo Auxiliar de Monterrey; Guillermo Ortiz Mondragón, obispo de Cuautitlán y Enrique Díaz Díaz obispo de Irapuato.
En el escrito la CEM se refiere al «brutal asesinato de la joven Ingrid y de la pequeña Fátima, así como las muertes de una bebé llamada Karol y de Mayte Viridiana Aguilar, son crímenes que por su brutalidad nos han dejado perplejos y nos han llenado de dolor y tristeza. A sus papás, familiares, maestros y compañeros, nuestro consuelo y fortaleza, nuestra cercanía y aliento».
Por ello sostienen que en este contexto de violencia, «no son extrañas las protestas públicas, pues tan sólo a finales del 2019 se registraron 1006 víctimas de feminicidio. Nos duele profundamente la violencia contra la mujer, que se ha expresado en un nuevo y agresivo rostro visible ante nuestros ojos, en una forma tan cruel que genera desconcierto, dolor, amargura, tristeza, llanto, indignación, impotencia y muchos deseos de venganza».
Los obispos católicos del país aseveran que levantan la voz, «para dar palabra al dolor y a todos los afectados por él, pues el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe, y deseamos ubicarnos desde la fe para que ofrezcamos presencia en palabras, diálogo y encuentro para abrirnos a la compasión. El grito de dolor de las víctimas de las violencias clama al cielo por justicia. Los cristianos no podemos permanecer indiferentes. Nos urge el celo profético de Jesús de Nazaret».
Afirman que «esta realidad nos hace enfrentar una auténtica emergencia educativa pues hemos perdido los referentes básicos de la convivencia humana: la verdad, la bondad y la belleza. En México tenemos una visión muy estrecha de la educación, pues suele reducirse al marco de la institución escolar. No negamos la importancia de ella, pero no es suficiente. Reconocemos la necesidad de una base educativa que implique la vida familiar. La indispensable instrucción sobre las ciencias, con la conciencia de que las disciplinas que se presentan en las escuelas, no pueden sustituir la educación que la familia puede dar».
Y señalan que en México hay «urgencia de justicia, paz y
misericordia tiene que traducirse en estilos de vida y de desarrollo humano que
posibiliten una vida digna para todos. Hoy, toda acción social, económica y
política tienen que transformarse en un eje central del bienestar de la
persona, antes que ideologías, discursos o estadísticas».
Precisaron que en esa tarea, «todos somos
corresponsables para resolver la crisis de humanidad que enfrentamos: la
familia, la escuela, los medios de comunicación, las iglesias -entre otros-
somos actores sociales que tenemos una responsabilidad en la misión de forjar
una cultura de esperanza y de paz. Nuestros esfuerzos están invitados a sumarse
a la responsabilidad del Estado en procurar la justicia y, con sus políticas
públicas, respaldar la cultura de la esperanza y la paz».
Agregaron que como Iglesia Católica en México, «queremos
comprometernos a impulsar la primera infancia como un urgente desafío para
procurar, además de su protección, también su desarrollo humano, integral y
solidario. Confirmamos nuestro compromiso para hacerlo de manera más acelerada
y seria, buscando garantizar que los niños y niñas, adolescentes, así como
jóvenes mexicanos vivan con la mayor dignidad y calidad de vida.
También nos comprometemos a llevar nuestros Centros de Escucha y nuestros centros de Atención a personas adictas para ofrecer atención a las víctimas de las violencias a cada rincón del país, y ofrecer un esfuerzo por colaborar a restablecer el tejido social, hoy tan dañado, reconstruyendo a las personas y reconstruyendo la integración dentro de nuestra sociedad».
E hicieron un llamado «a todos los creyentes y personas de buena voluntad para poner lo que está en nuestras manos e impedir que crezca y se extienda más la violencia, de manera muy especial les invitamos a todos a respetar a las mujeres y reconocer el derecho que ellas tienen, de promover su dignidad, garantizando su libertad e integridad en nuestra sociedad».
Finalmente manifestaron que «María Santísima, que sufrió la muerte de su Hijo Jesús, dé paz en el corazón y fortalezca a los familiares de Ingrid, Fátima, Karol y Mayte y a todos los hermanos y hermanas que sufren, Ella nos inspire a todos para sembrar la tolerancia, el respeto, la justicia, el perdón y la paz que necesita nuestro amado pueblo de México».