Texto: Fabiola Ramos Gallo
Fotografías: Amilcar Juárez, Eric Chavelas y Tlachinollan
Chilpancingo, Gro., 24 de mayo de 2020.- El trabajo infantil se ha convertido en una problemática social difícil de abolir en territorio mexicano, pese a que el artículo123 de la Constitución Mexicana prohíbe el trabajo a menores de 15 años, y este es tipificado como delito, mismo que es castigado con 4 años de prisión y cinco mil días laborales para los empleadores, de acuerdo a la Ley Federal de Trabajo.
Sin embargo, en México se encuentran laborando más de 2.5 millones de niños y adolescentes, entre 5 y 17 años de edad. Las cifras en el estado de Guerrero reflejan que existen 112,540 niños en esta situación, aproximadamente 5.1% del total nacional, según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Los riesgos a los cuales se exponen los niños y jóvenes al laborar antes de la edad mínima permitida son de gravedad, el 61% de niños menores de 17 años trabajan en una ocupación de alto riesgo. Se considera de alto riesgo aquella actividad que realice cualquier menor de 15 años, en condiciones insalubres, peligrosas o de violación. Seguido por “el trabajo formativo” donde los infantes trabajan con familiares o desarrollando una labor que pueda otorgarle habilidades, sin afectar su desarrollo escolar y respetando sus derechos.
La pandemia por el nuevo coronavirus se ha convertido en el nuevo enemigo invisible para decenas de niños que aún con la situación que se enfrenta, salen a las calles a continuar sus actividades laborales, sumando el riesgo a contraer la enfermedad.
Infancia en un país de rezago
Un niño de rostro sombrío, unos labios que no sonríen, un cuerpo que no sobrepasa el metro y medio de estatura, a simple vista no pesa más de 40 kilos. Con la fragilidad que denota su cuerpo, levanta una carretilla llena de frutas de temporada y comienza a recorrer las calles principales del centro de la ciudad esquivando las zonas acordonadas que obstaculizan su paso.
José es originario de Chilpancingo, tiene 13 años y cursa la primaria abierta. Al preguntar por su familia mostró indiferencia, se limitó a responder que sus padres viven y que es hijo único.
Trabaja de lunes a domingo, su jornada inicia a las 12:00 y finaliza alrededor de las 17:00 horas. Su tía es la dueña del negocio que se encuentra a unas cuadras del zócalo de la ciudad, él le ayuda a ofrecer por los andadores más concurridos de la ciudad.
Afirma que su venta ha bajado mucho, antes llenaba su carretilla de fruta y ahora no llena ni la mitad. Sus ingresos en un día normal eran de 900 pesos, posterior a la pandemia por SARS-CoV12 han descendido a 300 pesos diarios. De dicha cantidad su tía sólo le da 50 pesos y un plato de comida.
Al cuestionarle sobre la veracidad del virus con una sonrisa traviesa y encogiéndose de hombros respondió “a veces creo y a veces no” y con seguridad dijo “pero no me da miedo”. Hace una breve pausa para poder atender a los clientes que se acercan a comprar mango, jícama o zanahoria, continúa de prisa pues aún le falta mercancía por vender.
Para finalizar comenta que para vender su fruta sí usa protección “me pongo cubrebocas, porque la policía no me ha dicho que ya no venda, nomás me dicen que me ponga cubrebocas, pero ahorita se me olvidó”.
Avances y retrocesos
Progresar en materia legal no ha sido sencillo, sin embargo, actualmente hay un cobijo mucho más amplio en las leyes que amparan a los menores de edad de trabajos forzosos.
Algunas organizaciones internacionales a través de recomendaciones han permitido controlar y disminuir el trabajo infantil. Un gran paso, fue el dado en junio del 2015 cuando el Estado mexicano ratificó el Convenio 138 de la OIT, con lo cual se aumentó un año más a la edad límite permitida para laborar, quedando así en 15 años como edad mínima.
Cabe destacar que México fue el último país en América Latina en ratificar este convenio, a 40 años de su creación.
Una las principales preocupaciones de la nueva administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador ha sido el bienestar de los niños y jóvenes mexicanos, por ello se han creado nuevos programas sociales en apoyo de los mismos, aunque contradictoriamente, en pos de la ‘austeridad’ han hecho múltiples recortes presupuestales, como el que se aplicó al INEGI.
Desde el año 2007, se había realizado ininterrumpidamente la actualización bienal del Módulo del Trabajo Infantil (MTI) incluido en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo realizada por el INEGI, con el recorte presupuestal hecho por la cuarta transformación, a principios del 2019 no fue posible conocer los datos de la única fuente oficial de información sobre la incidencia y condiciones de trabajo de niños entre 5 a 17 años.
A mediados del año pasado, se dio a conocer que la encuesta sería reactivada, pues una de las metas que ha establecido la Presidencia de la República con la OIT es que para el 2025 se debe erradicar el trabajo infantil en México.
A nivel estatal también se han realizado campañas para combatir este fenómeno social, como la del “Distintivo Empresa Guerrerense Libre de Trabajo Infantil” (DELTI) que la Secretaría de Trabajo y Previsión Social ha puesto en marcha y al que se han sumado algunas empresas de la capital y Acapulco para frenar el trabajo infantil entre sus empleados.
Aún con todas estas medidas que se siguen implementando, historias como las de José pueblan las calles del estado, donde infantes se ven en la necesidad de salir a vender su fuerza de trabajo en un país donde se recalca que se vive en un aparente Estado de bienestar.