Texto: Fabiola Ramos

Chilpancingo, Gro., 27 de mayo de 2020.- Una fila de personas y bolsas se alarga por la acera desde la entrada de la Parroquia Santiago Apóstol; rostros impacientes esquivan los rayos del sol tras los árboles, en su mayoría son mujeres quienes esperan.

A pocos metros se percibe en el ambiente una mezcla de olores provenientes de un salón, dentro del inmueble se encuentran dos mujeres. Las cacerolas de comida, el movimiento apresurado y constante de los cucharones anuncian que la hora de repartir el alimento se aproxima.

Anteriormente el comedor Santiago Apóstol, ubicado en la colonia Jardines del Sur, en Chilpancingo, cada mañana sabatina repartía desayunos calientes, pero por la pandemia del covid19 decidieron suspender el servicio.

Pese a la contingencia el Párroco Jesús decidió cambiar de estrategia, ante la notoria crisis que sufren cientos de familias en la capital se ha retomado el servicio del comedor, esta vez ofreciendo comida cinco días de la semana, de lunes a viernes.

Cuatro mujeres solidarias apoyan la causa, una de ellas es María de la Luz Valdez Marín de 49 años de edad. Pese a que el clima rebasa los 30° y se encuentra frente al fuego, la mirada bondadosa resalta en el rostro de la mujer que aún con el pie fracturado sonríe.

“Es a partir de la pandemia cuando el padre implementa esto del comedor para la gente que no tiene trabajo o que tiene necesidad, porque ya ve que se quitó todo el trabajo, el comercio y pues la mera verdad yo vendía comida, y dejé de vender por lo mismo que cerraron todo. Fue el padre quien me invitó a ver si yo quería apoyarlo, lógicamente sin paga, sin nada. Estamos apoyando aquí al padre y lo estamos haciendo como un servicio a los demás también, aquí el que se guste sumar bien y al que no le gusta pues se va porque aquí no pagan nada, aquí el que viene a trabajar es porque le gusta”, relata Valdez.

Ella se levanta a muy temprana hora, pues, aunque el reparto de comida inicia aproximadamente a la 1 de la tarde tienen que asear el lugar e ir preparando los alimentos. Al comedor llegan desde las 7:30 u 8 de la mañana, comenta que no tienen horario de salida “salimos hasta que se entrega el último platillo”.

Al preguntarle qué alimentos preparan habitualmente respondió que el menú varía según las posibilidades que tenga el padre “a veces preparamos pollo, ahorita estamos preparando unos huevos ahogados con unos frijolitos, arroz y huevos duros, va dependiendo de la situación del padre porque digamos que aquí alguien lo apoya, pues no, nadie lo apoya”.

El cocinar tantas raciones no es sencillo, dice, sobre todo cuando se hace diariamente. Por ello es que las voluntarias tienen que distribuirse tareas para lograr el objetivo. Para realizar estás tareas tienen que asistir mínimo tres mujeres si no “no se dan abasto” y es que atender de 90 a 95 personas se vuelve pesado, en el comedor llegan a servir comida hasta para 400 personas diarias, la mayoría piden alimento para familias de 5 a 7 integrantes.

La hija de Valdéz tuvo que unirse al equipo para hacer más ligero el trabajo “mi niña tiene 13 años, va al CETis, por poquito y la encuentran aquí estaba ayudando y haciendo tarea, aquí nos estamos robando el internet del Padre porque tiene que hacer tarea y toma sus clases” dice mientras suelta una carcajada con su compañera.

Confiesa que lleva varios años yendo a la parroquia Santiago Apóstol y reconoce el gran trabajo que ha hecho el Padre Jesús en el tiempo que lleva a cargo. “A cada padre lo cambian, pero el Padre Jesús ya tiene 2 años, el hizo este comedor, y pues todo este edificio que ven él lo ha construido en 2 años. Es muy rara aquella persona que viene y le trae algo al padre».

«Él está dando de su sueldo y yo siento que para él es muy pesado, porque nos hace falta jitomate, le pedimos, nos hace falta chile y él ve como nos da dinero y lo compramos o él mismo va al mercado y nos trae, vamos al día. Así que si usted me pregunta qué mañana voy a dar, no le sabría decir, es para lo que alcance, nos las ingeniamos con lo que Dios nos da a entender y con lo que Dios le da al padre porque si no fuera por el padre cuánta gente habría que no iba a comer”.

**El estómago vacío no escucha

El Párroco Jesús Zepeda Ávila, es originario de Tlacoachistlahuaca, Guerrero. Lleva 2 años a cargo de la Parroquia de Santiago Apóstol, considera que esta es una de tantas catástrofes que le ha tocado vivir. Sin embargo, esta vez es distinto. Ahora es responsable de los feligreses de su parroquia, y de los más necesitados.

“Llevo dos años de párroco en este lugar. He vivido otras crisis, pero después de una crisis de la naturaleza que estamos viviendo, desde luego provocada por el hombre poderoso, trae consecuencias, crisis económicas en los bolsillos de las familias», expresó el padre.

Al cuestionar por qué ha decidido emprender este nuevo proyecto altruista nos compartió que siempre ha estado a favor de la sociedad sin esperar nada a cambio, simplemente la felicidad que le da aportar algo a la gente que sufre.

Explicando la finalidad del comedor comunitario hizo énfasis en que no es únicamente por él que se lleva a cabo esta gran obra sino por toda una cadena de solidaridad.

“Muchas veces se pide el voto, para que se vote por los políticos que en estos momentos son los que abandonan a los pobres, cuando por ellos tienen el poder. Esto es por el bien de los feligreses bajo mi responsabilidad, aunque también viene gente de otras colonias, familias pobres por ellos también se hace esta labor altruista. Apoyamos dando de comer al hambriento, aunque no se puede del todo, pero lo que se puede se hace. Con la colaboración de todos, no solamente con la mía sino de personas que ves que están guisando ahí, es por labor altruista, no perciben salario».

«Hay personas de muy buena voluntad que han aportado frijol, arroz, huevo. Yo tengo amistades a las que yo acudo y me dan apoyo para hacer esta labor, también de recurso personal y con la ayuda de gente de muy buena voluntad, es así como las cosas se realizan, gracias a la gente generosa que está apoyando esta obra humanitaria», dijo.

Recalcó que estas obras no se hacen por religión, ni por política, ni por nada, sino por humanidad. “Porque hay que llenar el estómago, un estómago vacío no escucha. Para mí hacer esto es una labor bonita, porque te trae satisfacción, no por ganar un cielo porque eso no me interesa y pues vivimos en esta realidad y tenemos que afrontarla. Yo como responsable de esta comunidad me encuentro encabezando esta obra con ayuda de todos”.

Finalizó diciendo que como responsable de los fieles hay que ver por ellos, por su salud, su bienestar, el alimento, y lo necesario e indispensable para la vida del ser humano, y recordar que cada quién desde sus posibilidades ha puesto su granito de arena para que este bello acto humanitario sea posible.

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