*Ninguna autoridad atiende la crisis


Texto y fotografías: Bernardo Torres

Chilpancingo, Gro., 03 de enero de 2021 Los campesinos desconocen el motivo de las bajas ventas del jitomate—principal producción en la comunidad de Azinyahualco, Municipio de Chilpancingo—pero nadie lo compra. Huertos enteros se están dejando pudrir.

Desde hace más de 30 años esta comunidad cambió los cultivos de amapola y marihuana por huertos de frutas y verduras, sin ningún programa gubernamental y sin ser beneficiados por ningún programa social, como ocurre con el actual gobierno.

Actualmente, su actividad principal es la siembra de jitomate en un 80 por ciento para los 90 ejidadatarios de este poblado, consecuentemente afectados por fenómenos naturales.

Este fin de año, 2020, fueron golpeados por una crisis que no vieron venir, en el poblado toneladas de este producto se están echando a perder, porque nadie les compra, con lo que su inversión e ingresos anuales se van por la borda.

En años anteriores, el señor Fernando Torres dice que vendían la caja de jitomate en 400 o 500 pesos, pero esta temporada no vale más de 100 pesos, lo que no les permite recuperar ni siquiera la inversión que hicieron durante cuatro meses, unos 50 mil pesos aproximadamente.

Para este cultivo, no hay ningún apoyo gubernamental, pues no aplica para ningún programa estatal o federal, no les proporcionan, fertilizante, agroquímicos o incentivos, todo es de lo poco que ganan o ahorran en el año.

Esta vez, ni coyotes ni compradores acuden, unos 50 productores no pueden vender su producto, algunos cosechan y esperan, otros prefieren no cosechar y dejarlo perecer, pues les significa un gasto en peones (jornaleros) y en fletes, es decir salen perdiendo.

La situación en la comunidad es desesperante, pues están viendo como su inversión de todo el año se va a la basura.

En muchas ocasiones plantearon al gobierno Municipal de Antonio Gaspar Beltrán la instalación de un tianguis campesino en algún espacio de Chilpancingo, pero nunca tuvieron respuesta.

Este año, probablemente toneladas de jitomate, se pudrirán en las huertas sin la posibilidad de que salgan al mercado o que algún «coyote» o revendedor acuda a recoger el producto y sin que ninguna autoridad se interese por este problema.

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