Texto y fotografías: Luis Daniel Nava

Chilapa, Gro. 04 de enero de 2021.- A finales de los setenta, Guadalupe Jiménez, una de las tres reposteras que preparaba las tradicionales roscas de Reyes en Chilapa, le dio un consejo a su hijo José Luis: “Ofrece calidad no cantidad; es preferible que pierdas un pan a que pierdas un cliente”.

El matrimonio de José Luis Silva Jiménez, popularmente conocido como “Chito”, y María Vázquez Dircio, heredó de la receta secreta de la señora Guadalupe Jiménez Meza (1923-20209) para preparar las roscas de Reyes y una amplia variedad de postres finos.

Por el sabor de su repostería se han hecho de un prestigio con cientos de clientes en Chilapa y otras ciudades.

Pero la historia de la ahora llamada “Casa del postre” tiene sus inicios hace 82 años.

Hermanas de la Santísima Trinidad

En 1938, a los 15 años de edad, Guadalupe Jiménez logró el permiso de sus padres para internarse en un convento de monjas Trinitarias en la delegación Coyoacán de la Ciudad de México. Ahí aprendió repostería o pastelería fina.

En ese tiempo en Chilapa estaba muy arraigada la religión, las buenas costumbres y el conservadurismo, mientras que en la capital del país Frida Kahlo gestionaba con el gobierno de Lázaro Cárdenas asilo al revolucionario soviético León Trotsky.

De hecho, la joven Guadalupe Jiménez y sus compañeras, vivieron de cerca el asesinato del líder comunista en agosto de 1940 pues la casa de Trotsky estaba a un lado del convento.

Después de años de haber regresado a Chilapa, en 1962, Guadalupe fue invitada a preparar el pastel con motivo del centenario de la Diócesis con sede en Chilapa. En ese tiempo lo hizo con la ayuda de la joven Alberta Flores, de Iguala.

A partir de esa fecha inició formalmente el negocio con el que mantuvo a ocho hijos y que ahora solo uno de ellos continúa. Su especialidad desde ese tiempo han sido la roscas de «Día de Reyes».

En esos años ya proliferaban las panaderías, pero reposterías o pastelerías solo existían tres: la de doña Delfina de la avenida José María Andraca, la de la maestra Cecilia Moctezuma y la de Guadalupe Jiménez.

Ahora a unas seis décadas de distancia, en casi toda la ciudad de Chilapa se pueden ver roscas de Reyes exhibidas para su venta.

La temporada

La venta de temporada de roscas inicia desde el 03 de enero y concluye a finales de mes. Después, cada fin de semana se hacen dos o tres.

En cada temporada, José Luis Jiménez y María Vázquez llegan a realizar unas 250 roscas. José Luis realiza todo el proceso de preparación y María las desmolda, las decora, les pone los muñequitos y las envuelve. Una de sus hijas ayuda a entregarlas a los clientes que acuden hasta su domicilio.

La jornada del profe Chito y su esposa inicia a las 6 y media de la mañana y concluye alrededor de las 11 de la noche.

—¿Cuál es la diferencia entre las roscas de tiendas de autoservicio y las que aquí se preparan?, se le pregunta.

—Hago la receta hasta donde más puedo. Un principio que me dio mi mamá fue ‘vende calidad, no vendas cantidad. No vendas materiales baratos, busca siempre calidad. Es preferible que pierdas un pan a que pierdas un cliente’.

“Si me descuidé y ya se quemó un poquito una rosca o estaba en malas condiciones de venderla, no la vendo así, la tengo que reponer. Tengo que vender lo que mas se pueda en calidad”.

Las roscas de la Casa del Postre han salido a las ciudades de Tixtla y Acapulco y a los estados de Morelos, Puebla y la Ciudad de México.

“Trabajamos bajo pedido, llaman y se preparan. No es de tener cantidades de pan. Todos son pedidos. Es la tradicional y no las de levadura como venden en las tiendas grandes. Incluso hay gente que pide que se hagan sus pasteles con pan de la rosca por su sabor”.

La popularidad de estas roscas ha crecido por recomendaciones de los mismos clientes. Y en las redes sociales de manera ocasional. Cuando intentaron incursionar en el mundo virtual no tardaron en llegar presuntas llamadas de extorsión.

Afectaciones por el cierre de escuelas

La contingencia por la nueva enfermedad Covid-19, que tiene como una de sus principales medidas el cierre de las escuelas, mermará en una parte la venta de roscas en este enero.

Cada año unas 200 roscas eran preparadas y destinadas para escuelas de la ciudad y la región, pero ante el cierre de las aulas este año esa venta se perderá.

El matrimonio prevé compensar un poco esas ventas con un pedido de 45 roscas a las oficinas de la Secretaria de Desarrollo Social en la capital del estado.

En la Casa del postre se pueden encontrar durante todo el año «Niño envuelto», «Huevos reales», «Bienmesabes», «Tronco navideño» y los populares «Xuxs», así como pasteles de coco, de queso con mermeladas caseras, de chocolate con queso, con mermelada, fresas y glasse de fresa, de manzana y el postre imposible.

Tradición en duda

La repostería le ha permitido al matrimonio de José Luis Jiménez, profesor de Primaria jubilado, darle estudio a sus tres hijos, dos de ellos en las principales universidades del país y una a punto de concluir la secundaria.

Aunque los ha exhortado, hasta ahora, ninguno de sus hijos ha manifestado interés en continuar con el oficio familiar.

“Los invito pero hasta el momento no tengo mucha respuesta, dicen que es un trabajo algo cansado. Estoy pensando que les hace falta madurez”, reflexiona.

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