Texto y fotografía: Luis Daniel Nava

Chilapa, Gro., 22 de noviembre de 2021.- El uso de herbicidas y plaguicidas en los campos han causado en familias campesinas diabetes, hipertensión, parkinson, alzheimer y cáncer, alertó la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).

Y agregó ha sido tan excesivo su uso que todos los alimentos que consumimos tienen por lo menos un granito de glifosato.

Este 18, 19 y 20 de noviembre en las comunidades Acatlán y El Jaguey así como en la cabecera de Chilapa se realizaron encuentros de campesinos como parte de la campaña nacional de sensibilización sobre el decreto de eliminación del uso del glifosato en la agricultura.

A estos encuentros asistió como apoyo el doctor brasileño Sebastiao Pinheiro, precursor de agroecología en latinoamérica.

Fue el 31 de diciembre de 2020 cuando se publicó el Decreto en el Diario Oficial de la Federación que establece acciones para sustituir el herbicida llamado glisofato y los agroquímicos que contengan ese ingrediente activo por alternativas que no dañen la salud humana y el medio ambiente.

Intercambio de semillas nativas y criollas para buscar mejorar la cosecha como parte de la Escuela de campo en municipios de la Montaña Baja. Fotografía: Efraín Cerros

Consultada en el último encuentro en Chilapa, la ingeniera Alma Delia Godínez, técnica social del programa de transición a la agroecología en los municipios Chilapa, Mártir de Cuilapan, Ahuacuotzingo y Zitlala, informó que el decreto es un logro de la presente administración federal y de organizaciones de la sociedad civil que por muchos años alertaron y demostraron los efectos nocivos del producto.

Recordó que en 1940 cuando llegaron los químicos al país, los productores estaban maravillados porque de momento incrementó su producción, pero a lo largo de los años su cosecha ha mermado.

En la región, añadió, los campesinos utilizan los herbicidas Faena, Gesaprim y Azadon para eliminar hierba y zacate, es decir, para limpiar el terreno antes de la siembra.

A estos productos los conocen como “mata todo” o “machete”.

“En efecto mata toda la vida microbiana que tiene el suelo. Estos químicos les facilitan el trabajo, en una aplicación se muere todo ese químico hace lo que el machete y la fuerza humana hacían.

También se usa el insecticida Furadan para controlar las plagas.

No obstante, la ingeniera explicó que las plagas llegaron al campo porque antes se alteró el equilibrio biológico con el glifosato que mató bacterias e insectos que eran benéficos.

“Ya no existe el animalito que se comía al otro, entonces van a comerse la milpa. El Furadan y el glisofato rompieron el ciclo biológico que existía y ahora las plagas ya crearon resistencia”.

“Nos toca informar que esa pérdida de vida del suelo tiene que ver con el uso excesivo del toxico. Como institución tenemos la responsabilidad de informar a los productores todas las consecuencias y que es la justificación de muchas enfermedades que prevalecen en el medio rural sobre todo la diabetes, hipertensión arterial, parkinson, alzheimer y el cáncer”.

Además del daño a la vida humana, hay daño en el suelo o las tierras.

“En esta zona de Guerrero que me toca participar, encontramos suelos muy delgados, de menos de 10 centímetros de materia orgánica. Estos productos han adelgazado el suelo y matado su materia orgánica que trae otra consecuencia que es la reducción de la producción del grano.

Otro daño es a la biodiversidad

“Se perdieron los quelites, el epazote, el chipile, en la mesa campesina ya no te comes un chapulín, antes el jumil era muy consumido y muy nutritivo.

Y un daño provocado por el uso de herbicidas y plaguicidas son los mantos acuíferos.

“Con la lluvia y el aire, esos tóxicos se van al subsuelo y van a contaminar los mantos. Y los que no se absorben por el suelo, se arrastran con la lluvia y el aire a los ríos y manantiales.

“La conclusión es que todos los alimentos que consumimos tienen desgraciadamente un granito de glifosato”.

La propuesta para recuperar el equilibrio ecológico y dejar de depender de químicos tóxicos, informó, es regresar a las prácticas y saberes tradicionales.

Por ejemplo, quitar el pajón con la yunta y darle la vuelta a la tierra para que las hierbas se incorporen al suelo.

En el programa hacía la agroecología también se prueban recetas con productos naturales como cebolla, chile aceite vegetal o vinagre de manzana para el control de diversas plagas, así como con el mejoramiento e intercambio de semillas nativas o criollas.

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