Texto y fotografía: Fabiola Ramos

Acapulco, Gro., 19 de julio de 2022.- Por más de 30 años, el comercio de souvenirs comenzó a crecer y a dar vida a la periferia de Acapulco, desde que aún esta zona no estaba habitada se instaló un mercado de artesanías y recuerdos que ha acogido a comerciantes locales y de otros estados.

En la Vacacional decenas de locales anuncian los mismos productos pero con un trato distinto; las chicas del puesto Aremi se mantienen cercanas al bulevar que conduce a la salida del destino turístico.

Levantan las manos y corren tras los autos para ofrecer sus productos. Karla Hernández trabajadora de este local ve un Porsche circulando y sale disparada a su encuentro dice que entre más lujoso el coche mayor venta si logran llamar la atención.

Lupita de igual manera se mantiene atenta a mantener el ambiente en el lugar, son apenas las 11 de la mañana y arriban los 3 primeros clientes a pedir sus clásicos cocos fríos con un piquete de ginebra.

Karla al fondo toma el machete y la botella de ginebra, mientras baila y atiende a los turistas admite «aquí se baila, se bebe, se canta y se trabaja».

Los turistas parecen disfrutar del ambiente que sobresalta del negocio Aremi, con el calor característico del trópico dan el primer sorbo a la bebida y elogian el preparado. Comentan entre sí que pasar echarse un coco frío al salir de la ciudad es paso obligado.

El Acapulco dorado fue el refugio de muchos comerciantes foráneos

Doña María García prepara sus pulpas, dice que este es el único producto que realmente elabora lo demás solo lo revende, sin embargo, en el pequeño local de 4×4 ha logrado salir adelante junto a sus hijas desde hace 25 años que decidió dejar su natal Tabasco en busca de mejores oportunidades.

Si bien el negocio sigue siendo rentable, reconoce que el mercado cambió mucho, hace tiempo que en Acapulco se ve menos turismo extranjero, esto provocó que las ventas se desplomaran, aunado a esto, la pandemia y los estragos de la inflación han complicado el escenario y se ha encarecido la materia prima.

Reconoce que en los últimos meses ha tenido que ajustar sus precios hasta 5 pesos más y no ha bajado cortinas gracias a que en su momento adquirió su accesoria.

En la misma situación se encuentra Don Julio Gatica de 55 años quien es originario de Cuajiniculapa y llegó en su adolescencia junto a sus padres para emprender este negocio que hasta hoy conserva junto a su hermana.

Para la familia Gatica, el poder arribar al puerto fue un reto y emprender este negocio los ayudó a salir adelante. Si bien don Julio argumenta que ya no queda nada de la época dorada de Acapulco, aún se encuentran en rescate de lo que ya es una tradición familiar.

Aunado a los malos tiempos para el municipio, se deben enfrentar al constante crecimiento de la competencia, el conocido mercado que abarrota la lateral del bulevar Vicente Guerrero ha sido infestado por comerciantes ambulantes lo que ha provocado desorden en la imagen del lugar que las autoridades no regulan pese a que estos locales no cuentan con licencias de funcionamiento ni pagan servicios de luz y agua.

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