Quienes dirigen la institución parece que ya se olvidaron del proyecto que les heredaron aquellos profesores y estudiantes que hicieron posible la actual Universidad

Texto Humberto Santos Bautista

En los últimos meses, todas las mañanas escucho en Radio UAGro, escucho voces radicales de algunos profesores universitarios que dicen defender con todo, el proyecto de transformación del país que promueve el presidente López Obrador.

Lo paradójico es que esa misma radicalidad no se aprecia al interior de la Universidad, cuando organizan sus propios procesos electorales… donde parecen más interesados en reproducir en su interior los mismos vicios que critican al exterior (los de “la derecha»).

Y lo más critico: Parece que ya se olvidaron del proyecto que les heredaron aquellos profesores y estudiantes que hicieron posible la actual Universidad (UAGro)… con todos los privilegios que ahora disfrutan,

Por todo eso, y por aquellos tantos universitarios rebeldes e irredentos (que no se sometieron al poder) van unas preguntas para los universitarios de ahora, sin más pretensión que la de abrir un diálogo critico (y espero no incomodar):

¿Y la Universidad-Pueblo? ¿Qué hubiera hecho la actual administración con aquellos estudiantes de los años 70 (del anterior siglo, obvio), que escribieron aquella leyenda en las bardas de enfrente del histórico edificio docente: «Antes de graduarnos como universitarios, nos graduaremos de guerrilleros», en respuesta a la represión de la que fueron objeto varios universitarios en ese periodo de la llamada guerra sucia?

Una universidad sin crítica se vuelve ciega frente a sus propios errores. ¿Cómo van a enseñar en las aulas el pensamiento crítico sus docentes, si pretenden imponer el pensamiento único? ¿Cómo hacer de la UAGro un espacio de expresión de la pluralidad del pensamiento, si se empieza por censurar toda disidencia?

¿Cómo se proponen la UAGro defender la democracia y la transformación de la república, si también promueven los fraudes electorales y «los candidatos únicos» en su interior, que solo sirve para legitimar un monólogo que no los deja mirar lo que realmente está pasando en su contexto?

En el Siglo XIX, Don Valentín Gómez Farías cerró la real y pontificia Universidad Nacional por considerarla «inútil, irreformable y perniciosa». Quizá sea deseable que los universitarios guerrerenses se empiecen a preguntar nuevamente sobre la universidad que realmente quieren para Guerrero.

¿Se acuerdan de aquella otra consigan tantas veces repetida por tantos profesores de la UAGro, que todavía están vigentes: «Por una Universidad Crítica, Científica, Democrática y Popular»?

En este contexto y, sobre todo ahora, que se ha puesto de moda en el debate político el papel de «los intelectuales» y su relación con el poder, tal vez valdría la pena releer lo que escribió C. Wright Mills en su libro La élite de poder: «El problema del conocimiento y del poder es, y ha sido siempre, el problema de las relaciones entre los hombres de saber y los hombres de poder (…) Por lo tanto, y en la medida en que los intelectuales sirven directamente al poder –en una jerarquía de puestos– lo hacen, con frecuencia, renunciando a su libertad».

Si esto es así, ¿Cómo entonces educar en la perspectiva del pensamiento libertario y con una mirada propia…al Sur…y hacia la Izquierda (una izquierda pensante, por supuesto, en la mejor tradición del gran maestro y amigo, el Dr. Hugo Zemelman, por ej,)

Por último, la UAGro no es sólo de los universitarios; es patrimonio del pueblo de Guerrero y es el centro de educación superior más importante que tenemos los guerrerense. No está demás recordarlo porque parece que también esto, a veces se les olvida.

Y eso no es bueno para nadie. Porque la transformación de la República será cultural y educativa o no será. (Fotografía de archivo. Ganadores de la contienda por la dirección de Ciencias Químicas piden a opositores paz)

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