Don Porfirio señala que para bajar de su comunidad son necesarias cuatro horas, pero con los daños que dejó a los caminos el huracán Jhon, ahora tarda más del doble
Texto Bernardo Torres Morales
Chilpancingo, 17 de octubre de 2024.- Don Porfirio, un hombre de alrededor de 70 años, viaja durante más de 10 horas desde la parte más alta del estado, la zona serrana, para vender toronjil y sostener la economía de su hogar.
Este jueves, caminaba por la calle Baltasar R. Leyva Mancilla, en el centro de la ciudad; comentó que bajó de su comunidad ubicada en la parte más alta del municipio General Heliodoro Castillo, mejor conocido como Tlacotepec, con dos costales de la aromática hierba.
A 20 pesos el manojo o tres por 50, la hierba cortada apenas un día antes de trasladarla a Chilpancingo, a pesar de que su familia le dice que no ande bajando a vender porque está peligroso.
Normalmente el recorrido desde el paraje donde vive –porque Don Porfirio no vive en una comunidad, sino en un lugar alejado en la parte conocida como Filo Mayor– es de alrededor de cuatro horas.
Sin embargo, el temporal que trajo consigo el huracán John devastó la carretera principal Casa Verde–Vallecitos de Zaragoza, que nunca ha estado en perfecto estado de hecho y ahora tarde más del doble en el trayecto.
El camino principal hacia la parte alta de la sierra está completamente destruida; la ruta que va de Casa Verde y recorre el Filo Mayor, por lo que están transitando por una ruta alterna que duplica las horas de recorrido.
De Tecomazuchilt a Filo de Caballos el camino está en muy mal estado, y la ruta principal definitivamente no se puede transitar, hay muchos derrumbes y cortes carreteros.
Un poco por pena de que lo vean en las redes, pero también por seguridad dado que transita caminos peligrosos, omitió algunos datos, pero dijo que no le gusta vivir en medio de mucha gente, por lo que eligió un pedazo de monte para asentar su vivienda.
Cuando era joven llegó a tener más de 100 cabras, 50 cabezas de ganado, elaboraba productos con base en la leche y llevaba una vida tranquila junto a su esposa e hijos.
Con el tiempo las cosas se complicaron, empezó el robo de ganado y decidió vender los poco que le quedaba; ahora además de la siembra de maíz y hortalizas, también vende productos del campo que recolecta en la ciudad capital.
Destaca que por ahora de esta forma subsiste su familia; no le avergüenza en lo más mínimo vender toronjil y lo seguirá haciendo dice mientras sus manos y pies tengan fuerza para recorrer los cerros.