Historia de Vida: Teodomira Rosales

Texto: Fabiola Ramos Gallo

Chilpancingo, Gro. 01 junio 2020.- Ser defensor de Derechos Humanos en México es una labor de alta peligrosidad, ser mujer multiplica el riesgo. Ejercer como defensora en un sistema heteropatriarcal y en una de las entidades más peligrosas del país es una sentencia prolongada.

Las y los defensores de derechos humanos, han sido parte fundamental para garantizar un Estado de derecho, buscando el bienestar social por medio de la promoción y defensa de los derechos. En esta travesía se suele olvidar que el defensor es también humano y al igual que cualquier ciudadano se convierte en víctima, siendo blanco de agresiones por autoridades de los tres niveles del Estado mexicano, ya sea por acción u omisión, sumando a este desolador panorama grupos delincuenciales quienes tratan constantemente de truncar el asesoramiento que se brinda a las comunidades o grupos vulnerables.

De acuerdo al documento “Observaciones sobre violaciones a derechos humanos durante la contingencia por COVID-19” publicado el mes de abril del presente año por la Secretaría de Gobernación, en lo que va del año se han registrado 60 agresiones contra defensores de Derechos Humanos. Cabe mencionar que se registraron más casos de agresiones contra mujeres defensoras (22 hombres y 38 mujeres).

Estos motivos son los que hacen de la vida de Teodomira, una historia de resistencia y esperanza, digna de conocer.

Teodomira Rosales es originaria de Totomixtlahuaca, pueblo perteneciente a Tlacoapa municipio ubicado en la región Montaña del estado de Guerrero.

Desde su juventud, se vio atraída por la lucha social, influyó el tener por referente a su padre quien apoyó hasta el fin de sus días las causas sociales. Además, de tener un gran panorama de las necesidades y problemáticas de los pueblos, crecer en una comunidad le había hecho no sólo ver, sino entender los porqués y buscar por si misma posibles soluciones. Las injusticias intentaron tomar protagonismo en su vida más de un par de ocasiones, apesar de ello, alzó la voz en un espacio en el que normalmente sólo los hombres tomaban decisiones.

Las injusticias se le presentaron a muy corta edad, Teodomira iba en tercero de secundaria cuando su padre falleció, fue ella quien se quedó al mando. Ahora tenía que trabajar para poder sostener a su madre y hermanos quienes también necesitaban estudiar.

Al pasar a bachillerato, se inscribió al CETis en Chilapa, faltaban sólo 6 meses para terminar su estancia y poder integrarse al campo laboral, hasta que la coordinadora le comunicó que estaba dada de baja por falta de pago. Pasaron los 6 meses y regresó a Chilapa por sus papeles, el director le informó que no estaba dada de baja, y que no debía colegiaturas, en cuanto se enteró fue a casa de la Coordinadora a quién reclamó el haberle mentido respecto a su estado en el instituto, en respuesta liberó a sus dos perros para que la atacaran.

Posteriormente ingresa a la preparatoria en Tlapa, con ayuda de su tío que era director en ese momento, pero no logra terminar. Se casó a los 18 años para escapar del círculo de acoso en el que vivía.

“Mis hermanos eran muy celosos nunca querían que yo tuviera novio, ni que saliera, ni que mirara hacia los lados. Un día mi hermano mayor llegó acompañado de un joven que ve como era mi hermano conmigo, entonces yo creo que me vio cuidada y rápidamente me dice que me casara con él, yo me sentía grande, en verdad sentía que los años se me habían pasado, fue cuando dije no pues con este me caso, además que en ese momento donde yo vivía era en casa de unos tíos, y mi tío me acosaba y pues yo decía, en lugar de que me toque mi tío, de que algún día se llegue a pasar de lanza mejor me caso”.

Al comentarlo con su hermano menor este aprobó que se uniera en matrimonio, pues el joven “era un buen tipo”, además, tenía conocimiento del comportamiento que tenía el tío con Teo.

Fue así como contrajo matrimonio y nuevamente es víctima de violencia. Confiesa que, no funcionó porque no se conocían, simplemente a él le había gustado y para ella fue un escape.

“Me gustaba porque compartíamos muchas cosas, a mí desde muy chica me gustó la lucha social, y él era luchador social entonces a mí me gustaba todo lo que él platicaba, a lo mejor por toda la vida que habíamos pasado, y que mi papá también fue gestor social. Entonces yo creo que por eso me identificaba mucho”.

A pesar de que se había casado y ya tenía a sus 4 hijos, Teo apartaba los días sábados y domingos para reunirse con mujeres que al igual que ella sufrían maltratos por parte de sus esposos, o de lo contrario se separaban y se dedicaban a la prostitución.

“Me salía con mis niños, a veces nos encontrábamos con 3 mujeres, ese ya era un avance, íbamos de comunidad en comunidad, nos encontramos con unas comunidades donde fue para mí mucha tristeza que los políticos llegaran y solo prometieran cosas y no las cumplían”.

Entre esas comunidades comenzó una de las gestiones más grandes que le había tocado realizar, pues cuando llegó al percatarse de la evidente sequía en el lugar, investigó y se dio cuenta que los pobladores acarreaban el agua de un pozo a varios minutos de la comunidad, para lavar y bañarse tenían que ir al río y en el río se descargaba el drenaje de Tecoanapa. En ese momento, su esposo apoyaba a un candidato por lo que le hizo saber la necesidad prioritaria de los pueblos, el agua.

“Le dije la gente tiene tiña, tiene granos, mujeres tienen muchas infecciones vaginales porque se bañan con agua de drenaje, el drenaje está cayendo y ellas se están bañando debajo del drenaje, y luego esa agua baja a otras comunidades y continúan bañándose con ella. Yo ya hablé con los comisarios que tenemos que gestionar que el agua llegue hasta acá, hay que buscar un lugar que tenga agua limpia y ya antes había recorrido otra comunidad de donde jalaban el agua los de Tecoanapa, se llama San Francisco, cuando yo le digo a mi esposo en ese entonces todo lo que había hecho ya le facilitó el camino y entré los dos hicimos la gestión”.

El proceso se inició en el año 2003, primeramente, organizaron a las comunidades para realizar bloqueos y presionar a la presidencia municipal para que realizara el pago del dictamen técnico.

En el año 2007 entra el Centro Morelos a reforzar la estructura de la gestión, en ese mismo año se aprueba el pago del dictamen.

En 2010 se avanza y se aprueba la llegada del agua potable a las comunidades afectadas y es hasta 2011 cuando finalmente llega el servicio.

Teo reconoce que “fue una lucha muy dura, hubo momentos en que mi esposo quiso desistir, la gente misma decía: Teo está loca, el agua nunca va a llegar hasta acá. En ese tiempo incluso, los de Tecoanapa y Buena Vista se unieron para evitar que las 5 comunidades no tuvieran el agua, robaron los primeros tubos en tres ocasiones, y ahora para volverlos a comprar, incluso hubo pedradas en dos ocasiones, se agarraron a machetazos con tal de que no llegara el agua”.

**De defensora a víctima

El estar al frente de esa lucha le costó la primera amenaza por parte de una autoridad. Un día fue a llevarle el almuerzo a uno de sus hijos, cuando se dirigía al kínder se encontró con unos trabajadores de Juvenal Poblete, en ese entonces Presidente municipal de Tecoanapa. El mensaje era directo y contundente, al día siguiente mandaron a golpear a otro de sus hijos que apenas cursaba el primer grado de primaria, “lo golpearon brutalmente” recuerda aún con tristeza Teo.

Un mes después de estos primeros ataques, se dirigía a casa de su hermana, pues iba a entregarle un dinero. En el camino encontró mucha leña y fuego, de pronto la agarraron entre varios pobladores, “en ese momento me entero de que habían juntado la leña y el fuego para salir a buscarme y quemarme. Entonces llega un señor llamado Concepción gritando que me suelten que soy su hija, y le dicen: a ver Concepción, pero si es tu hija ¡por qué no la convences que deje de estar chingando!, el agua no va a alcanzar y el agua es de Tecoanapa”.

Entonces vino el intento de soborno “me dice el entonces presidente, mira Teo, te ofrezco 5 millones, una casa y carro y deja esto. Además, esa gente no te va agradecer, le dije ¿sabes qué Juvenal? yo no voy a vender a mi pueblo ni a la gente, y me dice mira Teo estás pobre, mírate andas en chanclas, con este dinero puedes mantener a tus hijos, tú vete donde tú quieres y déjanos a nosotros en paz”. La respuesta de Teo fue una y la siguió defendiendo ¡el agua va porque va!

A los 8 días del incidente, vino el golpe más fuerte para ella y sus hijos. El recuerdo se quedó impregnado, fue un día viernes, Teo cree que los viernes son días estratégicos para atacar “todos están ocupados, y luego viene sábado y domingo, nadie se daría cuenta de lo que te pudiera pasar. Hay mucha distracción en esos días”.

Una gran cantidad de personas de Tecoanapa rodeó su casa con pala, pico y barretas en mano. Empezaron a cavar hoyos afuera de la vivienda, les cortaron la energía eléctrica, “sólo esperaban que pusiera un pie fuera para trozarnos y meternos a esos hoyos” cuenta con desolación.

En ese tiempo, su cuñado era guarura de Juvenal Poblete, y de alguna manera sabía lo que planeaban hacer con ella. En la parte trasera de la casa había una ventana pequeña por donde pudieron escapar con ayuda de su cuñado, quien los trasladó a Tepintepec, una comunidad aledaña a Tecoanapa. En ese lugar permanecieron mientras la gente se organizaba y llegaban a resguardar.

“Yo fui desplazada, tal vez por eso yo entiendo a la gente desplazada. Mis hijos no tenían derecho a recibir educación, no tenía derecho a comprar, ni hablar con nadie en el pueblo, estuvo muy cruel”.

**Ausencias por la lucha

El tema familiar debe pasar a segundo plano cuando se es defensor, la lucha es exigente, absorbe demasiado tiempo, no se es defensor en una jornada de 8 ni de 12 horas. Por otra parte, está el riesgo al que expone el círculo familiar cuando se tienen detractores, es otra razón por la que una mayoría de defensores optan por mantener distancia familiar.

Teo es hija, hermana, pero sobre todo es madre. La labor le ha obligado a tomar distancia con su familia por tiempos prolongados. “Ha sido muy complicado, ser defensora implica mucho abandono hacia la familia, le doy prioridades a la gente y no a mi familia. Tengo mucho tiempo de no ver a mi madre, me llevé 7 años de no verla ni hablar con ella cuando fue la lucha del agua. Cuando se logra voy a verla, obviamente ella llora mucho, estuve dos días con ella y cuando me regresé igual, me dijo hija te echó la bendición hija porque que tal y ya no te veo, a mí y a mi hermano mayor siempre mi mamá nos ha dicho pues a lo mejor ya no los veo y en estos tiempos tiene 3 años que no la veo, han sido como 5 veces que le he llamado.”

Con sus hijos la situación ha sido igual, ha estado ausente en muchos momentos. “Yo creo que los empecé a preparar desde muy chiquitos, lograron madurar muy rápido. Yo recuerdo que nunca me senté a hacer tarea con ninguno de ellos, no sé cómo le hicieron porque acabaron el kínder sabiendo leer y multiplicar. Mi niño el más pequeño me decía, mamá ¿por qué no me enseñas? yo le respondí tú eres muy inteligente, ustedes tienen la obligación de estudiar y yo la de mantenerlos. Ahora ya son unos jóvenes universitarios, casi no estoy con ellos”.

**El suplicio de defender a los otros

El terror que Teo vivió cuando fue gestora del agua en 2003, no fue la única ocasión en la que se vio encrucijada entre la vida y la muerte. El 28 de diciembre del pasado 2019 la historia se repetía, solo que sus verdugos esta vez eran enviados por el Estado.

El papel que han jugado los cuerpos de seguridad pública en el estado de Guerrero ha sido tema controversial, pues se han documentado casos que confirman la violación de derechos por parte de estas instituciones.

El día 26 de diciembre Teo se encontraba en la Ciudad de México realizando unos trámites de los desplazados, recibió una llamada, una mujer desplazada se encontraba en delicado estado de salud en un hospital de Morelos. La Secretaría de Salud se negaba a brindarle atención pese a que su esposo tenía calidad de víctima. La mujer falleció esa misma tarde. A la mañana siguiente, Manuel Olivares y Teo viajaron a Chilapa para asistir al sepelio.

El día 28 continuaron con los trámites correspondientes de la difunta. Más tarde, les comunicaron que había un enfrentamiento en el Naranjo, por ello realizaron una reunión para acordar con los desplazados la posibilidad de viajar a Chilpancingo para su resguardo.

Estando en la reunión, les fue comunicado que ya iba un operativo, cabe mencionar que posterior al plantón que se llevó a cabo frente a Palacio Nacional habían establecido un acuerdo en una minuta que se firmó con el licenciado Alejandro Encinas en marzo 2018. En la presente se estipula que se pondrían tres perímetros de seguridad; una en el Naranjo, otra en el Carrizal y una más en la Quebradora para salvaguardar a las comunidades.

“Nunca nos imaginamos como pudieran responder, nosotros fuimos cerca del lugar y vimos como venían caminando niñas, viejitos, mujeres hacia Chichihualco, y pensamos ¿dónde nos vemos para poder platicar con los del operativo? Incluso queríamos que se quedara la Guardia Nacional, nos pusimos en el primer punto en el guarda ganado, jamás pensamos que los Policías respondieran con agresiones físicas y verbales”.

Al encontrarse con los cuerpos policiacos intentaron explicarles que debían llamar a sus superiores para que ellos les confirmaran que era viable que permanecieran en la zona, los policías comenzaron a replegarlos. “Una mujer policía dice déjenmela a mí, y sí me levanta, pero me da miedo porque cae su arma en mi pecho, les digo que no me toquen que yo me hago a un lado, pero escuchen lo que estamos diciendo, comenzaron a replegar a la gente uno de ellos dijo ¡qué me cuesta disparar! Y cortaron cartucho hacia los desplazados”.

En ese momento alguien avisó que había más desplazados en otro punto del sitio, al intentar desplazarse a dicho lugar los policías se percataron y cortaron cartucho.

“A mí me agarran por un lado y a Manuel por otro, me meten la mano debajo del mallón me tocan mis partes íntimas, me quitaron la sudadera, la playera que traía, me subieron el brasier y ellos grabando todo. Como me tenían rodeada me estaban subiendo a un bordito, me estaban replegando hacía un corral. Yo estaba diciéndoles cómo y porqué se hace una detención de acuerdo al nuevo sistema penal acusatorio, pero ninguno de los policías vi que conociera el nuevo sistema. Comenzaron a acusarnos incluso de que nosotros pudiéramos estar apoyando a algún grupo. Igual a Manuel, le quitaron el pantalón y lo golpearon. A mí me quitan mi teléfono y veo como rompen los vidrios de la camioneta y sacan nuestras mochilas, llevábamos sueltos unos documentos de los desplazados mismos que al otro día encontramos tirados en la barranca, yo me imaginé que ahí iba quedar tirada si me hubieran disparado, siempre pensé que esa era la intención llevarnos y desaparecer”.

Después del terror había que fijar postura y denunciar. Agendan una conferencia de prensa y una reunión urgente con Seguridad a nivel federal.
“Entonces Manuel, me dice ¿estás lista? Y yo sólo hablaba porque estaba viva. Juro que nunca había pasado por algo así, jamás me habían atacado policías, me tocaron mis senos, mis partes y eso mi cabeza no lo aceptaba. Prácticamente me quedo sin memoria, no me encontraba, todo me dolía, no comí, no bebí, no dormí nada. Estaba súper mal. Hasta que regresé a Chilpancingo, el día 6 me presenté a trabajar y hasta el día 8 de enero recibo atención psicológica es ahí donde me dicen: a ver, no te encuentras estás acá y acá, te hicieron pedazos, Teo. A ninguna defensora habíamos visto que le hicieran algo como te lo hicieron a ti”.

**La motivación

“La mayor satisfacción es que las mujeres aprendan y que vean que sí se puede y que ahora ellas puedan hacerlo y hablar por sí mismas.

Para mí es un avance poder dirigirse a una autoridad, no cualquiera lo hace.

Nosotros los mexicanos decimos que sólo los hombres pueden, eso es mentira somos las mujeres las que construimos, y poder lograr que 84 familias sean registradas como víctimas de desplazamiento, cosa que ningún desplazado tenía antes, y que nosotros una organización muy pequeña con un solo documento pudiéramos lograr el apoyo a tres estados, porque esto fue lo que nosotros logramos como Centro Morelos , que con el documento que presentamos se beneficiara Chiapas, Guerrero y Oaxaca, y que ahora esté en pie lo de la Ley General de Desplazamiento. Que el desplazamiento se tipifique como delito eso es para mí algo muy grande, eso nació de nosotros y ahora otra organización lo está impulsando».

Agregó: A nosotros nos costó mucho porque los desplazados no hicieron su denuncia como desplazamiento forzado sino como robo a casa habitación, solamente así les podían dar calidad de víctima y ahora ya se hace la denuncia como desplazamiento interno”.

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