**Uno de los agresores es un periodista, denunciado en otras ocasiones y sigue libre

Texto y fotografías: Bernardo Torres

Chilpancingo, Gro., 29 de agosto de 2019.- Tenía 15 años cuando fue violada por primera vez el 22 de junio de 2015. La joven salía de su trabajo cuando fue interceptada por un vehículo en el que viajaban al menos tres hombres, le apuntaron con arma, le pusieron un trapo con algún químico en la boca y perdió el conocimiento.

Recuerda que despertó amarrada dentro de un domicilio particular, donde se encontraban al menos otras dos jóvenes, a una la tuvo de frente, pero no cruzaron palabra alguna, ambas habían sido violadas, no sabe por cuantos, ni cuantas veces.

Calló durante unos días, y posteriormente se lo dijo a su familia, junto con quienes interpuso la denuncia ante el Ministerio Público de la entonces Procuraduría Regional del Estado, con sede en la Ciudad de Iguala, donde el caso nunca prosperó, ni siquiera se abrió carpeta de investigación.

No hubo avances, el caso quedó estancado, las amenazas e intimidaciones continuaron, hasta que la situación se repitió: “Me violaron el 17 de septiembre (del año pasado), salí de mi casa para mi trabajo, y unos hombres me marcaron que yo ya sabía lo que tenía que hacer, que tenía que subirme al carro o sino matarían a mi hijo, desde ahí pasaron dos días, me drogaron, me hicieron lo que quisieron, y luego me dejaron tirada en la calle”, relató sobre la segunda agresión sexual.

Despertó sin saber siquiera quien era, no recordaba a ningún familiar; fue recogida por elementos de la policía y trasladada al Ministerio Público, donde interpuso una nueva denuncia, sin embargo no pudo recordar nada; permaneció internada en un hospital durante dos meses, hasta el mes de enero que pudo declarar.

Ante el Ministerio Público de Iguala, declaró que fue violada por varias personas, quienes cobraron dinero para ejecutar dicha agresión y que fue privada de su libertad durante dos días.

A la fecha ha acudido a diferentes instancias, recibido atención psicológica, pero insiste en que sigue siendo revictimizada por las mismas autoridades encargadas de impartir justicia, y a pesar de que los identificó y presentó fotografías, entre los señalados están un periodista, un compañero de su trabajo y un dueño de autolavados.

“Una de las personas que me compró en esa ocasión es periodista de Iguala (quien también está relacionado en otros casos similares), pero me dicen que para librar una orden de aprehensión se necesita de varios procesos, que tienen el modo y el tiempo, pero falta el lugar, que no recuerdo porque me drogan, y ese es el motivo por el que no avanza el caso”, señala la mujer, que por seguridad no revela su identidad.

Otra vez las autoridades no hicieron nada…
“Apenas en junio de este año, me hicieron lo mismo, graban de mi teléfono, los mandan a mis contactos y la policía no hace nada, lo único que me ofrecieron fue un refugio temporal, así me hicieron en 2015, para que a ellos no les hicieran nada”, dice.

Tras la primera violación recuerda, recibió una amenaza “no se te ocurra embarazarte, porque así no nos sirves”, lo que la orilló a embarazarse a los 16 años de edad “en mi mente tonta pensé; si estoy embarazada ya no me van a violar”, esboza entre llanto, miedo y risa.

Hoy que su hijo tiene ya tres años, decidió romper el silencio y se trasladó a Chilpancingo en busca de denunciar directamente ante el Fiscal General del Estado, Jorge Zuriel de los Santos, y exhibir la complicidad del MP de Iguala con esta banda de violadores, pero como costumbre, no lo encontró, tiene su agenda ocupada.

Hoy lanzó un llamado directo al Gobernador del Estado, Héctor Astudillo Flores, a que ponga atención al sistema de impartición de justicia que opera en Iguala, que no resuelve ningún caso, que no da resultados y que actúa en complicidad con los agresores; tampoco va a huir, porque ahora quiere ver a sus agresores en la cárcel.

Aunque la denuncia la hizo de manera anónima ante los medios de comunicación, dijo, que desde el MP, Fiscalía Especializada de Atención a Delitos Sexuales, tienen en sus manos la carpeta de investigación, las pruebas, nombres y fotos de los agresores para que actúen, “quiero justicia”.

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