Texto y fotografías: Fabiola Ramos Gallo
Chilpancingo, Gro., 11 de abril de 2021.- Vivir en la zona rural del estado de Guerrero supone ya una desventaja, la falta de oportunidades laborales y la oferta educativa limitada mantienen a las comunidades en una severa precarización.
En la región Montaña baja no es la excepción, aunado a las carencias económicas y educativas, las comunidades indígenas nahuas que la conforman viven en constante asedio por los grupos delincuenciales.
La inseguridad, obligó a los pueblos a organizarse y regirse bajo el sistema de seguridad comunitario de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias- Pueblos Fundadores (CRAC-PF).
Esta policía comunitaria está conformada por decenas de hombres quienes tomaron las armas para defender su territorio; sin embargo, la indiferencia de los tres niveles de gobierno, ha obligado a presentar una columna militar de infantes este 10 de abril.
Después de sortear las curvas de las accidentadas carreteras y esquivar un par de retenes, se logra llegar a Ayahualtempa. El pueblo ubicado colina abajo, está fuertemente vigilado y para ingresar al menos se pasan 2 filtros de seguridad comunitaria.
La mañana del 10 de abril, la CRAC-PF solicitó la presencia de medios de comunicación en su territorio para dar a conocer la integración de 15 menores más a la columna militar de infantes.
Apenas a inicios del pasado 2020 -cuando aún trabajaban unificados con la fracción que ahora opera con sede en Alcozacan- se presentó la primer columna conformada por 19 niños.
Un año y 3 meses más tarde, anuncian la incorporación de 15 más, sumando un total de 34 niños y adolescentes bajo adiestramiento militar por parte de comunitarios de Ayahualtempa.
Entre los 34 infantes reclutados, se encuentran menores de entre 6 a 14 años aproximadamente. Los más pequeños llevan simulaciones de armas hechas con madera, los mayores portan rifles reales.
Al final de la columna que se despliega por la calle, destaca la presencia de una niña, la única en toda la columna; toma posición y se ata un pañuelo verde que le cubre el rostro.
Su nombre es Gabriela, tiene 9 años y cursa el quinto año de primaria. Asegura sentirse cómoda participando en el adiestramiento y se siente feliz de ser la única niña en la columna, aunque manifiesta que le gustaría más jugar con sus amigos.
¿Sabes por qué eres la única niña aquí?
-No, no sé
¿Con qué y de quién te enseñan a defenderte?
En seguida muestra un palo que porta como arma de defensa y dice «de los malos» sin abundar más. No sabe quiénes son o a quienes defiende.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
-me gusta jugar con mis amigos y correr.
¿A qué hora sales a jugar?
-Como a estas horas, si se hace tarde ya no me dejan salir.
¿Sabes por qué no te dejan salir?
-pues porque se hace de noche y es peligroso.
Con risa tímida confiesa que, de no ser porque este sábado lo destinaron para hacer público su adiestramiento, en esos momentos ella y los niños de su comunidad estarían jugando, ayudando en las labores del hogar o realizando alguna tarea pendiente de la escuela.
Aún así, Gabriela se muestra feliz, esboza una sonrisa más ancha cuando se le pregunta cuál fue su desayuno previo a la marcha, cuenta que desayunó pozole blanco, un platillo que disfruta mucho pero que según comenta, rara vez puede degustar en casa.