Texto y fotografías: Bernardo Torres
Chilpancingo, Gro., 14 de julio de 2021.- En Río Iguapa, uno de los rincones del Municipio de San Luis Acatlán, donde la Montaña y la Costa se unen, sobreviven unas de las últimas fábricas artesanales de aguardiente, elaborado a base de caña.
La fábrica es dirigida por Don Florencio Villegas, y es la segunda generación que se dedica a la producción de esta bebida, una tradición que mantienen viva desde hace más de 50 años, desde su abuelo y su padre, y espera heredar este oficio a su pequeño hijo.
Sin embargo enfrentan muchos retos, el aguardiente ya no es una bebida muy popular en el mercado, que recientemente ha optado por el mezcal u otros productos que ni siquiera se producen en el país.
El aguardiente, también tiene mala fama en algunas regiones o sectores de la población, de ser una bebida de baja calidad o por su alto contenido de alcohol, lo que disminuye su precio en los mercados, es decir la gente no quiere pagar mucho por el.
Para don Florencio y su papá, quien dejó esta actividad hace unos años debido a su edad, esta es la mejor bebida que puede haber, ya que es 100 por ciento natural, sin el uso de ninguna sustancia química, «además no hace cruda», dicen riendo.
En Río Iguapa, don Florencio es el único que trabaja de manera independiente, hay otros productores que están asociados, y producen a mayor escala, mientras que su fábrica genera apenas 30 litros de manera anual.
La mayoría de esta producción se destina para la fiesta patronal, y otro poco lo vende a lugareños que tienen gusto por esta bebida.
El proceso
El proceso para la producción de la bebida que a manera de broma algunos vecinos llaman «el llanto de la montaña», empieza con la siembra de caña, la cual deben esperar un año para que llegue a su mejor punto.
Después del corte, la caña es molida en un molino artesanal de madera, conocido también como «trapiche», es halado por una bestia, caballos o mulas.
El líquido, pasa posteriormente a ser hervido en grandes cazos para producir el dulce denominado panela, lo cual puede llevar más de un día hasta que se obtiene la cantidad suficiente.
La panela de deja reposar entre cuatro y cinco días, a la cual se le agrega un poco de chile de árbol y luego empieza el proceso de destilación.
Con fuego producido a base de leña de encino, empieza la destilación, este debe estar siendo permanentemente controlado, de lo contrario el producto no servirá para su consumo.
Luego de una hora, finalmente empiezan a producirse las primeras gotas de aguardiente, este le llaman «de punta», y una hora más tarde el producto final está listo, tardarán todavía cuatro horas hasta que se llegue al total de la producción.
Y ahora si, a degustar esta bebida tradicional…