No hay algún plan de desarrollo sostenible con la identidad de los pueblos y comunidades; tampoco hay manera que puedan participar en la toma de decisiones o planes de gobierno

Texto Carlos Marx Barbosa Guzmán
Las personas afrodescendientes y afromexicanos son el grupo de personas nacidas en México que tienen ascendencia africana. Y aun cuando se les conoce como negros, afromixtecos, jarochos o afromestizos, éstos son otros términos usados para referirse a este grupo étnico, que nació luego de la conquista de los españoles, cuyo antecedente es que los africanos fueron llevados a México como esclavos, y que tuvieron que transcurrir varias décadas para que su identidad fuera reconocida en la Constitución mexicana, incluso, posterior al del reconocimiento de los pueblos indígenas.

¿Quiénes son los afrodescendientes y afromexicanos? Se denomina afrodescendientes a todos los pueblos y personas descendientes de la diáspora africana en el mundo. En América Latina y el Caribe, el concepto se refiere a las distintas culturas “negras” o “afroamericanas” que emergieron de los descendientes de africanos, las cuales sobrevivieron a la trata o al comercio esclavista que se dio en el Atlántico desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

El término afrodescendiente fue utilizado en la Conferencia Regional de las Américas en el año 2000, reunión que fue fundamental para la preparación de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas Conexas de Intolerancia, llevada a cabo en 2001 en Durban, Sudáfrica.

La comunidad afromexicana fue empequeñecida históricamente por el mestizaje y los indígenas. Llegó a ser la segunda en relevancia en algunas zonas del país hasta principios del siglo XIX. Tras la Revolución mexicana, la mexicanidad solo se refería a la unión entre los indígenas y los españoles.

Actualmente, representan poco más del 1.5% de la población mexicana o, lo que es igual, a aproximadamente 2,1 millones de personas. A pesar de eso, su organización e inclusión en documentos legislativos tardó mucho más que en otras regiones de América, como Colombia, Brasil o Nicaragua.

En 2015 se hicieron los primeros censos en México que incluían a los afrodescendientes como identificación racial. Fue en 2018 cuando se dio el paso más importante en la integración de las comunidades afromexicanas.

A pesar de ello, el Senado mexicano aprobó la Ley del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, pero se le olvidó de reconocer constitucionalmente al pueblo negro y se solo se le garantizó igualdad de oportunidades, con el acceso a programas y recursos públicos a los indígenas.

De Acuerdo con el Informe del Banco Mundial titulado Afrodescendientes en Latinoamérica: hacia un marco de inclusión, al menos uno de cada cuatro latinoamericanos se identifica como afrodescendiente. Asimismo, en países como Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay, la población afrodescendiente tiene el doble de probabilidad de vivir en barrios pobres o favelas.

La presencia de africanos en México nace con la llegada de los españoles al continente americano. En sus expediciones ya contaban con grupos de esclavos africanos.
Llegó otra nueva oleada de negros a raíz de la prohibición de esclavizar a las poblaciones indígenas en las colonias españolas. Fue el rey Carlos I quien decretó esta medida, aunque en muchas partes de América siguió practicándose la esclavitud de indígenas de forma ilegal.

Los españoles buscaron la manera de hacerse con mano de obra negra y empezaron la importación de esclavos desde África. Según cifras del antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, más de 200,000 negros ingresaron al país entre 1580 y 1650.

Los esclavos fueron llegando desde el occidente de África, específicamente del Congo y del Golfo de Guinea. En menor medida, Senegal y Gambia también aportaron representación africana a México. Muchas esclavas que se dedicaron al servicio doméstico, se convirtieron en amantes de los señores o en enfermeras, provenían de Cabo Verde.

A lo largo de la época colonial se diseñó un sistema de castas para identificar a los grupos que conformaban las poblaciones mexicanas. A las personas producto de la mezcla entre africanos y españoles se les llamó mulatos.

A la descendencia entre africanos e indígenas se les llamó coyotes. Fue gracias a la lucha por la independencia, que emprendieron José María Morelos y Miguel Hidalgo que se declaró el fin de la esclavitud en México.

La llegada de africanos no terminó una vez finalizada la colonia. Durante los siglos XIX y XX llegaron obreros del Caribe. Con el paso de los años los movimientos migratorios de poblaciones africanas hacia México fueron mermando, pero en 1973 consiguieron nuevamente las puertas abiertas de la nación norteamericana.

Durante el gobierno del presidente Luis Echeverría, ciudadanos senegaleses se beneficiaron con becas para estudiar carreras como restauración, artes plásticas o arquitectura. Incluso algunos grupos africanos han entrado a México como refugiados políticos.

La situación de los descendientes africanos en México ganó visibilidad en 2013 por la muerte de Malcolm Shabazz, quien fue el primer hijo varón de Malcolm X, y que fue golpeado hasta morir en un bar mexicano.

Con la intención de rescatar su historia, se han creado eventos como los Encuentros de Pueblos Negros, que ya cuenta con 19 ediciones. Organizaciones como México Negro y África A.C., entre otras asociaciones, son grupos civiles que luchan para que se reconozca constitucionalmente a los pueblos negros en México.

Características de los afromexicanos
• Situación económica. Las comunidades afrodescendientes en México viven en condiciones de pobreza y falta de educación. Se ubican principalmente en zonas rurales de las costas del país. Apellidos como Moreno, Crespo o Prieto son habituales de las familias con orígenes africanos.
• Nombres. Cada zona de México tiene un término para referirse a los afroamericanos de sus comunidades. La Organización de Naciones Unidas (ONU) hace referencia a la expresión afromixteco que resulta de la mezcla entre los negros y los indígenas de La Mixteca (región montañosa entre los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla). El término jarocho se refiere a los afrodescendientes mexicanos originarios de la cuenca del río Papaloapan.
• Personajes importantes. En la historia mexicana se identifican a actores importantes que tenían ascendencia africana. Vicente Guerrero fue el segundo presidente de México, el primer negro en ocupar ese cargo en el continente americano y formaba parte de los mulatos en el sistema de castas.
Emiliano Zapata, héroe de la revolución mexicana, es definido por algunos grupos como descendiente de indios, negros y españoles.
También tiene un lugar relevante en la historia José María Morelos, líder independentista que abolió la esclavitud y que era hijo de afrodescendientes. O Gaspar Yanga, quien llegó de África y se rebeló contra los españoles. Luchó por la libertad de su comunidad y formó San Lorenzo de los Negros, primer asentamiento de africanos libres.

Desde 1527 existían poblaciones con esclavos negros, específicamente en la costa de Guerrero. Estas comunidades se trasladaron posteriormente a Acapulco para trabajar en la construcción en los astilleros. Con el paso de los años, los pueblos negros se esparcieron y actualmente se encuentran por toda la geografía mexicana.

Costa Chica es una de las zonas más representativas de la comunidad afrodescendiente que aparecen desde la época de la conquista española. Está conformada por Guerrero y Oaxaca. Los negros de estas zonas se dedicaron principalmente al cultivo de cacao o algodón y a la ganadería.

Actualmente, la región en la que se concentran estas poblaciones es la denominada Costa Chica de Guerrero, principalmente en los municipios de Ometepec y Cuajinicuilapa, así como en el distrito de Jamiltepec, ubicado en la región de la costa de Oaxaca y conformado por 24 municipios.

Asimismo, existen poblaciones importantes en Chiapas, Coahuila, Michoacán y Veracruz.

Las entidades con mayor presencia de población afromexicana son: Guerrero (6.5%), Oaxaca (4.9%) y Veracruz (3.3%).

Acapulco y Costa Grande se beneficiaron de la presencia afromexicana en su desarrollo. Sus labores se enfocaban en el puerto, punto de llegada para importantes productos de Oriente. También se dedicaron a cultivar café y copra (pulpa seca del coco).

Otro puerto es el de Veracruz, fue la puerta de entrada de gran parte de los africanos en esa parte del país. Quienes permanecieron en la región se dedicaron a labores en haciendas azucareras o a la ganadería.

En Coahuila existen los mascogos. Son una comunidad cuya ascendencia llegó a México desde Estados Unidos durante el siglo XIX. Se concentraron en el municipio Múzquiz. Un decreto en 2017 los reconoció como pueblo indígena de Coahuila.

En México, de acuerdo con datos del INEGI, el 1.16 por ciento de la población nacional se identifica como afromexicana.

Las culturas afrodescendientes perdieron muchas de sus referencias a nivel cultural, al ser obligados a movilizarse a diferentes poblaciones y vivir en la esclavitud. Los afromexicanos hablan español y se observa una influencia occidental en sus ropas.

Aunque, como es habitual en los pueblos africanos, el baile y la música son los aspectos de su cultura que más han durado y permeado en las tradiciones mexicanas. Además, cada región cuenta con costumbres diferentes.

En Costa Chica, la danza de los diablos tiene raíces africanas. En Tabasco, los tambores se tocan como se hace en Nigeria. Mientras que Veracruz cuenta con la danza de negritos. El son jarocho y los carnavales también están influenciados por las costumbres africanas.

Desde África también llegó a México el balafón, un teclado de madera. Hoy se le conoce como marimba, instrumento importante en el estado de Chiapas y con algo de presencia en Oaxaca y Tabasco.

La herencia de la cultura africana en México también se puede apreciar en el idioma. La bamba es reconocida como un himno o canción popular en Veracruz, pero en el Congo es el nombre de varias ciudades. O la palabra cafre, que en Tanzania es una población y en México alude a quien maneja sin cuidado.

Hablar de los pueblos afromexicanos debe trascender los estereotipos que rodean a estas poblaciones y pugnar por el reconocimiento de su identidad étnica, de sus contribuciones culturales e históricas, y de su pertenencia e importancia participativa en la sociedad mexicana.

Reconocerlos institucionalmente es visualizar su identidad y debe resguardarse dicha diversidad étnica y cultural que conforma México, toda vez que posibilita abordar y contrarrestar las desigualdades sociales, el racismo y la discriminación estructural a las que se enfrentan.

Porque omitir promover con mayor fuerza, ni difundir su denominación en todas las leyes secundarias, planes y programas gubernamentales de dicho sector de la población, se traduce en un acto de racismo que cruza la cotidianidad y moldea las sensibilidades y las relaciones sociales, políticas y económicas de todos los sectores de la población; sobre todo, porque el racismo es un criterio que establece los parámetros de inclusión y exclusión, de privilegio y opresión. Es decir; se traduciría a un tipo de “apartheid”, pero blando, al estilo mexicano, que omite visualizarlos desde las instituciones.

Así es, debido a que, aun cuando el 11 de noviembre de 2022 se expidió la ley orgánica de la administración pública del Estado de Guerrero, número 242, entidad donde es preponderante el asentamiento de dicho grupo, la Secretaría respectiva no ha impulsado ni promovido con la fuerza institucional que debe realizar, por lograr el reconocimiento del principio de la interculturalidad en los tres poderes de gobierno para construir una sociedad justa, en el ámbito político, económico, social, cultural, étnico, lingüístico, de género y generacional, ni ha diseñado ni implementado un eficaz plan de desarrollo sostenible, con identidad de los pueblos y comunidades afromexicanas, pues ha omitido realizar alguna consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada; ni ha instrumentado de manera continua y permanente programas de capacitación para fortalecer los procesos organizativos de los pueblos y comunidades afromexicanas, que les permitan participar en la toma de decisiones relacionadas con su desarrollo integral sustentable y el aprovechamiento de sus recursos naturales.

Del mismo modo, ha sido omiso en llevar a cabo la coordinación con otras autoridades para la protección del patrimonio tangible e intangible, de los pueblos y comunidades afromexicanas, con la promoción de sus productos artesanales y coadyuvar para patentar el derecho de autoría con el fin de evitar su plagio y fomentar su identidad; y poco ha promovido el enfoque intercultural ante las secretarías, dependencias y entidades paraestatales de nivel federal estatal y municipal, para mejorar el acceso igualitario de las comunidades afromexicanas a los servicios públicos; por lo que no ha sido real su participación para el seguimiento en la planeación, implementación y evaluación de los programas federales, estatales y municipales, dirigidos al desarrollo de los pueblos afromexicanas; eso conlleva a debilitar el bienestar de los pueblos afromexicanos, por no contar con el apoyo para impulsar sus capacidades y tecnologías para incrementar su producción y productividad, lo que repercuten en su economía.

Ante tal circunstancia, se propone: Que se legisle de tal manera que se conmine a las instituciones gubernamentales, para que se incluya en sus programas, planes y demás actos a las personas afrodescendientes y afromexicanos y se les reconozca y garantice el derecho al aprovechamiento de los beneficios a los que han logrado acceder los indígenas, y exista mayor apoyo gubernamental para que se cristalice su libre determinación y autonomía para decidir sus formas internas de convivencia y organización social, económica, política y cultural.

* Premio Estatal al Mérito Jurídico 2019

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